26 de mayo, hace justo un año nacía mi pequeña, mi segunda hija, mi bebé, nacía Julieta. Hoy toca revivir, paso a paso, todo lo vivido...
No os voy a mentir, llevo unos días en una montaña rusa de sentimientos. Con la alegría de verla crecer, de preparar su primer cumpleaños, y con la añoranza de todo lo vivido. Y es que ser madre es eso, es dar vida, es acompañar y es saber soltar, y aunque sólo cumpla uno, yo sé que hoy cerramos un ciclo de su vida o quizá, de la mía.
Cada vez más independiente, más autónoma, más personita... yo, sin embargo, cada día queriéndola más y más y necesitándola más que ayer.
Llegó un tiempo después de la pandemia y aunque durante meses pasé miedo por cómo sería su nacimiento, tras la soledad del confinamiento no pude sentirme más acompañada. En quirófano conté con uno de mis mejores amigos, y no sabéis la tranquilidad que eso supone. ¡Gracias! Y por supuesto, gracias a todo el equipo médico que nos atendió y a quienes cuidaron de Marieta durante esos días. ????
Allí estaba ella con sus cuatro kilos seiscientos gramos y yo sin parar de llorar. Y es que, ya sabía lo que iba a sentir, conocía lo qué era ese amor incondicional del que hablan, esa entrega, conocía lo que era volver a nacer y es que una parte de mí está en ella. Era mi segunda hija, ya iba de vuelta, volvía a repetir sentimientos, y eso hizo que fuera mucho más consciente y lo viviera con muchísima más emoción que la primera vez.
Aprovecha el tiempo, juega con ellos, tírate al suelo, salta, ríe, abrázalos, duerme a su lado... nunca volverán a ser tan pequeños.
Te dejaré caer pequeña, pero siempre estaré cerquita para levantarte. Dejaré que llores, pero siempre tendrás mis brazos para refugiarte. Elige tu camino, mami luchará por que seas feliz.
Cerramos etapa y abrimos la siguiente y es que... Julieta cumple uno.