Mamá, ocho años sin ti

Mamá, ocho años sin ti

Hola,

 

Llevo tiempo pensando en escribir este post, y me ha costado mucho (pero mucho) decidirme. Empezar a escribir y borrar, pensar si era adecuado, si procedía… pero bueno, al final, creo que también hay que intentar aprovechar todo lo bueno que nos dan las redes sociales.

 

Y de hacerlo, tenía que publicarlo un día como hoy… Y es que hoy, hace ocho años desde que mi madre se fue, ocho vueltas al sol que he dado sin ella.

 

No pretendo relatar como es la marcha de un ser querido, creo que eso todos lo conocemos en mayor o menor medida. Quiero hablaros de la salud mental y del suicidio.

 

Palabras que hasta ahora casi no se veían en los medios de comunicación. “Si hablamos del suicidio, incitamos a él”. Esa teoría era la que hasta hace muy poco tiempo prevalecía.

 

Y no, creo que no es así. La información, bien dada, siempre es buena. Hablar desde el respeto, desde el conocimiento y desde las vivencias personales, no puede ser malo.

 

Cuando yo tenía unos 15 años a mi madre le diagnosticaron trastorno bipolar, 14 años después, decidió ponerle fin a su sufrimiento.

 

Un dolor que no se ve, que muchas veces queda en casa, que se disimula, del que no se habla y con el que es muy difícil luchar.

 

Años de altos y bajos, de tratamientos, de terapias, de cambios de medicación… Buenos momentos y otros no tantos. Sustos, sobresaltos, inquietudes… hijos que se convierten en padres, y padres a los que hay que cuidar.

 

Y llega un día en el que todo se acaba. Mi madre no quería, no quiso seguir así. En una etapa de “consciencia”, y quizá cuando mejor estaba, se planteó que no quería esa vida para nosotros. “Esa vida” que ella nos daba, yo la hubiera elegido una y mil veces junto a ella.

 

Pero no, no puedo ser. Y llegaron otros sentimientos… No os voy a mentir, la culpa nunca la sentí, y eso que es bastante habitual en estos caso. ¿Podríamos haber hecho algo más? Seguramente sí, podríamos haber hecho algo diferente seguro. Pero en cada momento, hicimos lo que sentimos que era mejor, y siempre estuvimos a su lado.

 

Enfado. Me enfadé mucho con ella. ¿Cómo nos había hecho eso? Necesité mi tiempo, tiempo para sanar y para reconciliarme con ella, y lo hice a los meses de su marcha gracias a un sueño.

 

Nos encontramos, y me explicó sus motivos. Intentamos racionalizar algo que no lo es. Dar explicación a algo que no la tiene. Hay enfermedades (físicas y mentales) que llegan sin más, en ocasiones se curan y otras veces no. Pero en muchas ocasiones no podemos elegir el final, ella no pudo hacerlo. Su mente ganó.

 

Ese sueño, ese reencuentro, me dio paz. Necesitaba esa última conversación que teníamos pendiente.

 

Ha pasado tiempo, años ya de aquello… la sigo teniendo presente día a día, seguramente cada vez más, y más ahora que sé lo que es ser madre. Y sí, le sigo dando vueltas a aquel día y aquella noche.

 

Muchas veces observo a Marieta y Julieta y me planteo, si de haberlas llegado a conocer, mi madre hubiera sido capaz de irse. Viéndolas, creo que no, pero nunca lo sabré.

 

Tengo miedo, miedo a la carga genética tanto en mis niñas como en mí. Miedo a que ante una situación de estrés pueda desencadenar en mí en un cuadro depresivo.

 

¿Pero sabéis qué? También me dio una lección de vida, me enseñó a luchar, a creer en mí.

A hablar sin tapujos, a ponerme el mundo por montera y a saber que ahora puedo estar llorando y en un minuto estar riendo a carcajadas.

 

No es fácil, no es agradable, pero los 29 años que compartí con mi madre fueron plenos y de lo más intensos, y eso lo tendré siempre.

Gracias a iniciativas como Stop Suicidios por visibilizar estos temas, a tantos psicólogos y psiquiatras que también lo hacen. Y un abrazo enorme para los que os habéis enfrentado o lo seguís haciendo a todo este tipo de situaciones. No estáis solos.

 

Pido más concienciación sobre las enfermedades mentales, no se ve la herida como en otras, pero duelen, ¡y mucho! Más medios, más ayuda a las familias. Más alternativas, más profesionales y sobre todo más humanidad.

 

Gracias por leerme. 

 

P.D.: la de la foto soy yo de jovencita con dos de mis primos, ella no sale, pero la siento en esa foto. A ella y a alguien más… ✨

 

 

 

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5 commenti

Eres muy humana, cercana y especial.
Nunca cambies.
Yo tb viví algo parecido con mi abuelo y tb lo echo mucho de menos y tuve ese sueńo que me dió mucha paz.
Yo adoraba a mi abuelo con todo mi corazón y lo echo muchísimo d menos

Tamara Llinares Sequero

Llorando me tienes, pero al leerte he tenido el momento de lloro que necesitaba hoy, “hablar sin tapujos, a ponerme el mundo por montera y a saber que ahora puedo estar llorando y en un minuto estar riendo a carcajadas.” Tomo nota de esta gran frase. Mucha fuerza y gran valentía la tuya!!

Laura

Hola Marisol, me ha encantado leerte, un fuerte abrazo, no estas sola.

Laura Carsi

Eres muy especial Marisol!!! Te admiro… y mucho!!!! Un abrazo enorme!!!

Antonia

Precioso !!!!

Maria

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